sábado, octubre 11, 2008

Fantasía Cartesiana de Fin de Milenio

Pasaba Descartes una tarde de 1645 absorto en sus reflexiones – en posición horizontal, acostado en su cama, como era de costumbre – cuando de pronto tuvo de nuevo geniales inspiraciones geométricas. Habiendo ya cumplido una faena creadora sin igual con su geometría analítica, vislumbraba ahora la aplicación extraordinaria de su creación (no sabía él en ese momento que jamás se atrevería a poner en papel las increíbles reflexiones de esa tarde).

No es que le importara mucho la historia, pero la figura que le vino a la mente lo arrastró inevitablemente a ese campo; lo que vio fue una espiral:


Luego, como si fuera una sentencia, le asignó a la figura el movimiento del tiempo diciendo: "!Así se mueve la historia, como una espiral ¡".

Y luego pensó: "Pero no una espiral siempre creciente, sino una que crece y decrece armónicamente". Entonces imaginó como un cono que se llena de todos sus hechos, de toda su memoria; un cono que crece y decrece desde un punto hasta su máxima expresión, y luego de regreso a ese mismo punto, todo representado ahora por razones de simplificación, como un cono bidimensional.

Pero hecho esto, se dirigió a la ventana y miró hacia el cielo. En donde una luna diurna dejaba verse en la claridad de la tarde. Esto le trajo inmediatamente a la cabeza el fenómeno de las fases lunares: sus ojos se iluminaron de alegre estremecimiento cuando se dio cuenta que la luna se movía en sus fases análogamente a su cono.

Su portentosa inteligencia le hizo ver entonces una enorme relación: la oscuridad de la luna aumenta con el decrecimiento de la luz y viceversa. "¿No tendrá esto algo que ver con el hombre, con su historia?", se preguntó.

Y fue allí que recordó una recopilación que había hecho de varios fragmentos del gran filósofo presocrático griego Empedocles, que fue a buscar corriendo:

"Cuando a las más bajas profundidades del vórtice la Discordia ha caído, la Concordia ha alcanzado el centro, y dentro de ella todas las cosas se unen como si fueran una, no todas a la vez sino gradualmente desde diferentes rincones...1

y a medida que ellas vienen la Discordia se retira al límite extremo...2

y en la proporción en que ésta se aleja, la Concordia en un flujo suave e inmortal se aproxima...3

nunca podrá el tiempo ilimitado ser vaciado de este par...4

y ellos prevalecen cada uno a su turno como da vueltas un círculo, y mueren la una ante la otra y aumentan en su turno signado...5"6

Excitado, trata de llevar esta realización a su representación del cono plano pensando: "Si la oscuridad aumenta cuando decrece la claridad, asignémosle un cono a cada una de ellas; en términos de Empedocles uno - el oscuro – sería la Discordia, y el otro la Concordia" (luego cambiaría de opinión, como veremos). Entonces, superpuso los conos para lograr el efecto simultáneo del movimiento de ambos:

Luego hizo dos cortes cualesquiera arriba y abajo (como se ve en la figura) a los que concibió como "estados de ciclo", y que en este caso representan respectivamente "la claridad creciente englobando la oscuridad" y "la oscuridad creciente englobando a la claridad":

Ahora tenía que poner a prueba su descubrimiento: si este era cierto, podría aplicarlo a la historia y podría incluso usarlo para predecir el futuro; así que, sin más, se dijo: "Comencemos con la era cristiana, y asignémosle a su surgimiento, muy obviamente el origen. Y esto está muy bien, porque el Cristianismo fue el advenimiento de la aparición de la primera luz en un mundo de sombras, la contrapartida de la Discordia de Empedocles"

Pero pronto se dió cuenta que el "mundo en sombras" en el que surgió el Cristianismo era – nada más y nada menos - que uno de los períodos de mayor prosperidad jamás conocido, el período de paz romana inaugurado por el imperio de Augusto; al momento recordó estremecido los versos de Virgilio:

"Regresa la Virgen, y regresan los reinos de Saturno; una nueva progenie desciende de lo alto del Cielo. Y el niño que nacerá, con quien tendrá fin por primera vez la estirpe de hierro y aquella de oro surgirá en el mundo entero..."

"Entonces – Pensó – el Cristianismo surgió en la concordia; esto significa que el cono claro corresponde a la Discordia, y el oscuro a la Concordia, no como había pensado... Esto quiere decir que el momento de mayor claridad tiene que haber surgido en un mundo no pacífico, y ni siquiera próspero. ¿Pero no es el cono claro el cono del Cristianismo? ¡Ah Claro! El momento de Mayor iluminación debería corresponder a la mayor expansión del cristianismo, y esto sucedió en el Gótico, alrededor del 1150 d.c."

"Por el mismo argumento, el momento en que el cono oscuro deja de ser dominante debió haber sido el de la caída del Imperio Romano, y la nueva religión tendría que haberse abierto paso (como en efecto lo hizo) entre los escombros del mundo brillante que lo vio nacer".

Ahora venía la mejor parte: "¿Qué viene después del Gótico?", se preguntó ansioso. "Si el ciclo se repite, éste volverá al origen en otro imperio, en otro momento de inmensa prosperidad y paz... que aún no ha llegado" Pero había una manera de deducir en qué punto de la historia se encontraba él (era el año 1645): si el ciclo se dirige a otra forma de "Roma", ¿no había sido éste precisamente el valor proclamado en Italia desde Petrarca, es decir, un regreso a las fuentes antiguas encarnadas en el mundo grecorromano?

Entonces, en el lugar del gráfico con los dos puntos de interrogación ("¿?") escribió "circa 1500".

Sacando una simple relación aritmética pensó finalmente: "los próximos quinientos años verán el surgimiento de un nuevo imperio, y de una prosperidad quizás mayor que la romana, y es allí, en este tiempo que tendrá lugar la próxima revelación la que tomará el lugar del Cristianismo..."

Pero sintiéndose algo molesto por darse cuenta que su obra estaba ubicada justo al comienzo del próximo período oscuro, prefirió no seguir pensando en el tema: demasiado amaba él su geometría para verla así de esta manera, como el heraldo que anunciaba la etapa culminante de un nuevo tiempo de decadencia...

NOTAS

1 Empedocles, fragmento 35ed. Diels.

2 Fragmento 36.

3 Fragmento 35.

4 Fragmento 16.

5 Fragmento 26.

6 La recopilación, como la idea de los dobles conos, es de W.B. Yeats en su libro "A Vision", 1925, ed. Rev. 1938.


por Giuseppe Tulli

1 comentario:

libro dijo...

guaaa!! me ha encantado espero que os guste el mio

 
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